A JOSE MARI IPARRAGIRRE
- ¿José Mari., donde has dejado las ovejas?
-Las he dejado con sus fueros esperanzados: el pasto verde. Al goce de su albedrío ¡Hasta las ovejas deben de disponer de libertad, sin apriscos!
-¿José Mari, como te inspiraste en la letra y la música del Gernikako Arbola?
-Mire al viejo roble, me cobije a su sombra, miré al cielo celeste y despejado y me impregné de su alma; capté el éter de su savia y al cobijo del árbol sentí voces antiguas, ahora muertas: llenas de vida eterna. Se fueron formando enfrente de mi vista, las notas mágicas interpretadas por bates, bardos, trovadores, romanceros, bertsolaris y ALTUNA al piano. En coro, las voces melodiosas de todos mis ancestros: de sus derechos y libertades, recobraban fuerza. Y sus fueros, nuestros fueros, en letras de oro bruñido resplandecían cómo los espejos al sol. Y un viento de fronda movía las hojas del viejo roble. Y reyes de Castilla, de rodillas, jurando las leyes viejas, comprometiéndose a su fiel acatamiento.
- ¿José Mari porqué amas tanto la libertad y tu tierra como si estuvieseis ambos enraizados, intrínsecamente lo uno con él otro, eres acaso un hombre árbol?
- Tú lo has dicho, soy un pastor, un trovador: soy un juglar y errante con mi guitarra a pesar de no ser este un instrumento musical autóctono. Arranco notas al viento norte. Y de armonías se llena la caja acústica de mi guitarra. Porque al fin y al cabo, mi guitarra está hecha de árbol, de sonido y de viento. Y yo, me hinco al igual que las raíces en lo telúrico con los pies desnudos y quedándome mudo hasta que la musa “Maritxu” haga su trabajo: “la poesía es embrujo del alma”.
Soy errante, porque estoy hecho de tierra, agua y viento. Y me quedo sentado en la calavera de vaca que está junto a mí casa, desafiando a la muerte. En esta tierra Argentina, componemos lo mismo los vivos que los muertos. ¡Sólo sé que soy un roble que muero! Al compás de las notas del piano de ALTUNA, para renacer con las generaciones que entonan con el GERNIKAKO ARBOLA.
Nota: Jose Mari Iparragirre fue herido en la Primera Guerra Carlista, en el Alto de Castrejana, junto al denominado Puente de la Brujas. Se reunian los vascos en una taberna argentina y, junto al durangués, Altuna, comenzarón a componer el GERNIKAKO ARBOLA. Hay quién asegura que el verdadero autor fue el durangues Altuna.
A JOSE MARI IPARRAGIRRE
- ¿José Mari., donde has dejado las ovejas?
-Las he dejado con sus fueros esperanzados: el pasto verde. Al goce de su albedrío ¡Hasta las ovejas deben de disponer de libertad, sin apriscos!
-¿José Mari, como te inspiraste en la letra y la música del Gernikako Arbola?
-Mire al viejo roble de GERNIKA, me cobije a su sombra, miré al cielo celeste y despejado y me impregné de su alma y capté el éter de su savia y al cobijo del árbol sentí voces antiguas, ahora muertas y a su vez, hoy, llenas de vida eterna. Se fueron formando enfrente de mi vista, las notas mágicas interpretadas por bates, bardos, trovadores, romanceros, bertsolaris y ALTUNA al piano. En coro, las voces melodiosas de todos mis ancestros de sus derechos y libertades recobraban fuerza. Y sus fueros, nuestros fueros, en letras de oro bruñido resplandecían cómo los espejos al sol y un viento de fronda movía las hojas del viejo roble. Reyes de Castilla, de rodillas, jurando las leyes viejas, comprometiéndose a su fiel acatamiento.
- ¿José Mari porqué amas tanto la libertad y tu tierra como si estuvieseis ambos enraizados intrínsecamente lo uno con él otro. -¿eres acaso un hombre árbol?-
- Tú lo has dicho, soy un pastor, un trovador: soy un juglar y errante con mi guitarra a pesar de no ser éste un instrumento musical autóctono consigo arrancar notas al viento norte. Y de armonías se llena la caja acústica de mi guitarra. Porque al fin y al cabo, mi guitarra está hecha de árbol, de sonido y de viento. Y yo, me hinco al igual que las raíces en lo telúrico con los pies desnudos y quedándome mudo hasta que la musa “Maritxu” haga su trabajo: “la poesía es embrujo del alma”.
Soy errante, porque estoy hecho de tierra, agua y viento. Y me quedo sentado en la calavera de vaca que está junto a mí casa, desafiando a la muerte. En esta tierra Argentina componemos lo mismo los vivos que los muertos. ¡Sólo sé que soy un roble que muero! Al compás de las notas del piano de ALTUNA, para renacer con las generaciones que entonan con el GERNIKAKO ARBOLA.
Nota: José Mari Iparragirre luchó en la guerrra carlista contra los liberales. Y fue herido a las orillas del río Cadagua a su paso por Castrexana, junto al "Puente del las brujas".
El compositor Altuna, natural de Durango, tiene mucho que ver con la composición del Gernikako Arbola.
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