Antonio Valcárcel dijo...
Supongo que en un partido trasversal como UPyD no implica problema alguno: que unos aboguemos por defender la vida en gestación frente a la protección del lince ibérico o reacciones ante la eutanasia o cuidados paliativos. Un buen amigo mío que lleva o llevamos apellido común se debate entre la vida y la vida vegetal por haber sufrido un grave infarto cerebral. Supernumerario que está ingresado en la clínica universitaria de Navarra como marcan los cánones en los miembros del OPUS DEI que se lo pueden permitir, gracias a un buen seguro médico o por su estatus económico. Por tanto, católico a ultranza y desconozco a quién votaba, no me interesa, me interesa su vida de santo varón y sus abatares en un país de Sudamérica cuando quedándose dormido en medio de un desierto y al despertar se vio rodeado de serpientes. Se encomendó a la Santísima Virgen María y las bichas desaparecieron. Buscó al Opus Dei y consagró su vida al trabajo empresarial y religioso. Un gran hombre al que siempre admiraré y con el cual coincidimos en varios ejercicios espirituales y algún proyecto empresarial que se quedó en el dique seco. Por ello, ruego a su protectora la Santa Virgen María y al Dios Altísimo por su vida. Mi amigo José Luís Valcarce creía en los más altos valores humanos y en muchas ocasiones le vi en el oratorio “orar como si fuese a morir mañana y trabajar como si fuera a vivir cien años”.Dios te salve amigo José Luís Valcarce porque como tu son muchos que votamos por la vida y la familia.
18 de abril de 2009 3:43
sábado, abril 18, 2009
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2 comentarios:
Muchas gracias, Antonio, por entrar a mi blog y comentar! Es un gusto poder compartir con usted mis escritos y al mismo tiempo, leerlo. Mi padre (es Marcelo) le envía saludos también. Estamos en contacto. Saludos!!!!
Estimada Luli:
Me ha causado una grata sorpresa tu e-mil y como bien sabes soy un seguidor de tus artículos por la frescura y su alta calidad literaria que a mi modo de entender observo en los mismos.
Saluda nuevamente a su querido padre.
Un efusivo saludo,
Antonio Valcárcel
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