viernes, septiembre 11, 2009

CARTA A FERNANDO MAURA EN SU DOLOR POR PILAR, SU HIJA.

Estimado Fernando:

¡Cuanto amor hay en el corazón de un padre, cuanto dolor a su vez en el alma? Son difíciles de curar tales heridas y según el tiempo se avivan más sus dolores; al igual que las ascuas entre las cenizas que al soplar sobre ellas pasan los tizones negros a bermejos.
Luto en el corazón y el alma, la memoria todo lo rememora: los santos de alabastro, las cenizas de nuestros ancestros y seres queridos sabiendo que están quietos los ponemos en movimiento; para descargar sobre nuestra memoria de cuando vivieron con nosotros, ellos están en reposo eterno, nosotros en movimiento. Y el subconsciente rebobina la maquinaría del pasado para que no caigamos en los mismos errores en nuestro efímero presente.
El funeral de Pilar congregó a mucha gente, Las Arenas (Getxo), lloró y las nubes respondieron con un aguacero que calaba hasta los mismos huesos: gentes de muchos colores y lateralidades políticas, de izquierdas, derechas, centros y hasta algún que otro exetarra arrepentido; como la sociedad misma cuando se tienden puentes de diálogo y el corazón de los hombres se universaliza. Pilar consiguió en la misa de su funeral que los hombres estuviésemos de acuerdo de que la muerte a todos nos ha de alcanzar sin ser cosa del azar. El azar convierte en ricos y pobres, todo lo demás es química y genética, no exenta de su propia injusticia.
¡ Que gran político tiene España en el dique seco, que gran corazón y razón convergen en un mismo ser!
Un abrazo.

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