Amaneció al fin. Tras una noche de vigilia, sin pegar ojo, cavilando que el viaje que íbamos a emprender por medio de autobús me causaría como en otras ocasiones mareos y fuertes vómitos a consecuencia del olor a gasolina mal quemada; debido a una carburación defectuosa e incluso por unas bujías mal regladas. Al menos esa era la explicación que daban algunos conductores de autobuses. Aquél autobús recorría impertérrito tragando kilómetros, antagónico a un galgo extremeño. Iba el coche por la Ribera Sacra serpenteando como una serpiente por las redes de carreteras de una Galicia rural y remota. Entre las vereda montañesas era habitual ver al lobo y jabalí cruzar la carretera con notable parsimonia. Pese a la mala opinión de éste animal, el lobo, nunca superará en crueldad y la maldad del hombre, lo supe de niña y ahora, ya casi de anciana, lo refrendo y para refrendar lo que digo que es coincidente con uno de los grandes filósofos: Thomas Hobbes (1588 - 1679), el hombre es un lobo para el hombre"El hombre-lobo, cuyas fauces se transforman cuando la luna llena alumbra la noche y el rojo de la sangre cuajada se convierte en negra; son heridas no sólo físicas además espirituales que ocasionan las guerras. A consecuencia de los estruendos y los humos gaseosos de las bocas de los fusiles, algunos llevan sus heridas engangrenadas con miembros amputados y conciencias sinónimas. Se hizo presente, el miedo en el pellejo de una infante, el mío, como si hubiese ingerido algún tipo de droga de esas que se multiplican por esporas. Vi como los fantasmas del montes bajaban a las carreteras al igual que simples salteadores, fugitivos, milicinos, prófugos..., a desvalijar los bolsillos, robar os cartos y alimentos de unos campesinos pobres de solemnidad. Era el otoño del 1941 frío y húmedo de niebla matutina densas que atoraban mis bronquios, siete años tenía mi vida, mis espaldas estaban encallecidas por los latigazos colaterales de aquellos nefastos tiempos que sacudían con violencia sobre mi piel infantil como si estuviese estigmatizada. Al igual que la piel de toro de una España de la posguerra, sedienta de venganza. Observaba con atención a la agreste vegetación y su flora; sus árboles, que mi madre me los presentaba como si fuesen unos parientes lejanos y generosos que habían ocupado nuestro espacio secular junto a nuestras casas, cuya compañía no sólo sirvió para calmar nuestros hambrientos estómagos e incluso para calentar nuestros hogares y sus propiedades medicinales servían para realizar curas, eran los carballo, el tilo acompañado de arces, servales, abedules, centenarios castaños y milenarios tejos, etc. Nunca el monte fue pisado y marchitado tantas flores, por las botas de tantos fugitivos: milicianos-maquis y guardias civiles disfrazados de delincuentes. Los maquis, que tenaces y acorralados se comportaban como un jabalí herido. A la altura de Viana do Bollo camino de Reigada, detuvieron el autobús y con rodilla en tierra en mitad de la carretera apuntando con sus mosquetones y pistolas nos obligaron a bajarnos, nos expropiaron os cartos, un reloj de cadena, los chorizos y el porco vivo que no regalaron nuestros familiares de la Veiga de Sas del Monte. A los demás viajeros le ocurrió lo mismo todos fuimos desplumados. Minutos antes un raposo cruzó la carretera en señal de advertencia, después los maquis, uno de ellos, me fije en su botas, y los dedos de sus pies se asomaban como gusanos inhóspitos por sus punteras, tenia las uñas negras como cuando reciben un golpe y la sangre acumulada hace que la uña se caiga. Uno de los maquis llamó al otro “Langullo” y éste era el que hacía acopio del dinero y los relojes. Por fin llegamos a casa, nuestra casa de La Reigada: un hermoso prado verde lleno de souto de castiñeiros a punto de soltar su fruto, fue otra muestra de bondad, tras la antagónica maldad del Hombre-lobo que acababa de robarnos sin ningún tipo de escrúpulo. No luchaban ahora por ideales, luchaban por sobrevivir sin reparar en las vidas ajenas, era una huida hacía ninguna parte. Batidas formadas por guardias civiles pretendían dar caza a los maquis y fugitivos huidos por de la justicia, se quedaron atrapados en los montes (vallis carcere), cuya huida a Francia era imprudente; estaba ocupada por los nazis alemanes y en Portugal Bracarense, cercano, pariente en la lengua era ahora como un cuchillo en la garganta de los maquis, otro dictador y aliado de Franco les estaba esperando y que sin duda entregaría sus cabezas al dictador.
En tales circunstancias el hombre lobo recobra toda su fuerza y acomete contra su propia manada, ganados y personas, como así sucedió.
- ¡Tranquila hija ya llegamos a La Reigada!
Pese al mareo, seguía pensando en mi padre que se quedó trabajando en las minas de hierro de Galdames. Su amigo, Argimiro Herbella era natural de Reigada-Manzaneda y compañero de mina de mi padre nos cambió su casa de Reigada a cambio de un caserío que teníamos en Galdames, próximo a la mina. Pues nosotros y por parte de la familia de mi padre procedemos del solar primitivo que radica en la Casa Grande de Trives y el Pazo de la Casa la Peña. Sin embargo, mi padre nació en Mazaira de San Pedro de Gabín (Montederramo). Llevábamos viviendo un tiempo en Reigada por si el clima y condiciones de calidad de vida serían susceptibles de mejora, con intenciones de echar raíces de nuevo en esta comarca. No en balde, de aquí, de Reigada era mi tía Concha Rodríguez y su hermana Consuelo, José y David eran sus hijos respectivamente. Como todo niño tenía unas enormes gana de ver a mis amigos Celso y Emérita, algo mayores que yo, y que me enseñaron tantas cosas. Cuando uno va para viejo los recuerdos del pasado toman consistencia y las escenas que quedaron grabadas en la retina se avivan como los carbones de la madera del castaño en la hoguera de San Juan. Mientras tanto, la memoria inmediata se apaga como la respiración jadeante del moribundo. Son los fantasmas del pasado que exigen memoria.- ¡Tranquila hija ya llegamos a La Reigada!
Al abril la puerta en lo primero que me fije fue en la herramientas do carpinteiro y en las chirloras y serrin que dejó diseminadas por el suelo tras reparar las puertas y ventanas.
Nuestra casa estaba pegando a la casa del cura de Santa María Magdalena, en algunas ocasiones el sacerdote nos visitaba y hablaba con nosotros. Un día nos dijo:
-“Muchas veces deseo hablar con mis feligreses en sus propias casas. Sin embargo, considero que tal costumbre hoy en día es peligroso, los maquis-roxos, pueden tomar represalias.
Sus palabras fueron proféticas. Aquella noche mientras estábamos secando castañas en la chimenea para convertirlas en pilongas un fuerte golpe rompió el cristal de la ventana y acompaño de un sonido sordo rodaba por la solera de piedra, era la cabeza de un hombre, asida por un asa trenzada de junco que traspasaba el cuello. Y desde fuera oímos a una algarabía de voces destacando una de ellas:
- “Ahí va la cabeza del cura, la próxima será la tuya”.
*Era la cabeza del cura del pueblo de Cesure-Manzaneda. Nunca pensé a mi tierna edad que la muerte fuese algo tan simple como decapitar a una persona y esta dejase de existir. La vida para mi dejó de ser inmortal, tal concepto se esfumó, pasando a formar matices efímeros, considerado a mi corta edad la verdadera filosofía: “Que la vida no sólo estaba en las manos de Dios, los hombres pueden quitarla a sus semejantes y sin que les pese la conciencia”. Deduje que aquél cura fue decapitado por los maquis porque pensaba y el pensar era peligroso. Trascurrido el tiempo pude constatar que filósofos, poetas, intelectuales eran condenados por pensar y expresar sus ideas públicamente. Estos serían los primeros en formar parte como víctimas en los pelotones de ejecución, y los perseguidos: son por uno ó por otro lado. Vino a mi mente entonces, la homilía del cura que basándose en el Nuevo Testamento:- Quién esté libre de culpa que tire la primera piedra”-. A aquél cura le mataron porque su cabeza pensaba y daba forma a unas conductas de comportamiento cristiano en pugna con el laicismo, por tanto, sus actuaciones estaban sujetas quizás en conciencia. Voces por la aldea decían los siguientes:
- “ Tamen o cura adoptaba toma la súa venganza particular. Simplemente porque cuestionaba algúns dos rituais ou usos eclesiásticos de “ os comunistas”.
Esto era lo que se hablaba con sumo cuidado y como si aquella persona lo hiciese a través de una mordaza cuyas palabras solo era perceptible si se pronunciaban cerca del pabellón auditivo.
Otras voces contaban que el cura de Cesure rogó a sus ejecutores que les dejase ver las caras para darles la absolución. Y que al morir de varios tiros en el pecho y después de que todos lo daban por muerto, uno de los maquis envenenado por el odio, sacó un cuchillo que llevaba a la cintura y cortó la cabeza del cura. Al instante un chorro de sangre saltó como un surtidor y el cura se llevó las manos al pecho, las órbitas de sus ojos comenzaron a dar vueltas. Y al instante, comenzó a llover de forma torrencial.
Aquel año dijo mi madre que nunca las castañas habían salido tantas cerollas.
Ahora que la “Ley para la Recuperación de la Memoria Histórica” se promulgue que sepan a quines interese que parte del cuerpo del cura quizás siga en alguna fosa olvidada. Sin embargo, la cabeza fue encontrada. Y quedó grabado en algún lugar de mi memoria y antes de quede en el olvido por extinción de la propia vida, quede aquí insertado, reflejado y rublicado.
Bibliografía:
* En la Obra Antropología Cultural das Terras de Caldelas. Biografía dalguns Guerrilleros. –Olegario Sotelo Blanco.
Mario Rodríguez Losada, o Pinche ou Langullo, Nace en Manzaneda. Fuxio no ano 1937 despois de que paseasen ó seu pais; formou unha das partidas máis importantes da zona ouresá a partir do ano de 1941. Non quixo integrarse na Federación de Guerillas de Galicia-León. Tivo como base de actuación as Serras de Queixa e San Mamede, en Cabeza de Manzaneda e non Montes do Invernadoiro. Efectuou numerosas accions no Bolo, A Gudiña, Verín e O Castro de Caldelas. Cometeu accions de gran virulencia e brutalidade contra o cregos e falangistas, entre as que podemos salienta-lo asesinato do cura de Cesures (Manzaneda). Sen se integra en ningunha agrupación, sobreviviu, para marchar a Francia no verán do ano 1950, segundo fontes policiais, ou no ano 1969, segundo a súa propia versión.
**“MARIO DE LANGULLO” (Mario Rodríguez Losada). Partida creada en la primavera de 1941, con bases en la Sierra de Queija. Y su zona de actuación es la encuadrada en El Bollo-La Gudina-Verin y Castro Caldelas. Esta partida parece ser una de las más activas que hubo por esta región —sobre todo en lo que a golpes económicos se refiere— y las personas que nos hablaron de ella, en Puebla de Trives, hicieron hincapié en “las innecesarias brutalidades que cometió, entre ellas la del asesinato del cura de Cesures-Manzaneda”. En realidad, después hemos podido averiguar gracias a los amigos de RMH que a este cura quien le cortó la cabeza fue Bernardino García, guerrillero lucense. Acusaban a este párroco de haber delatado a muchos "paseados" por la Falange. Bernardino moriría con las botas puestas, en la conocida batalla de Cambedo en Portugal, en las navidades de 1946(Por Alberto Bru, basado en los estudios de Eduardo Pons Prades, Carlos G. Reigosa, Secundino Serrano y datos de Francisco Aguado).
“Langullo” y varios de sus hombres pudieron sobrevivir a los avatares de la vida guerrillera y al final marcharon a Francia, en las navidades de 1967, alcanzando la frontera con éxito.
Este relato histórico ha sido vivido y contado por mi madre María Flores Domínguez Álvarez.
Antonio Valcárcel Domínguez