Hoy mientras enredaba en unos artículos antiguos y que un día pensé enviar a la prensa pero que se quedaron en el dique seco, sin saber ahora la razón. Seguramente, lo fue porque presentí de que era bastante extenso y con las mismas al llegar al redactor jefe éste lo iba a eliminar. Ante aquél presentimiento lo dejé guardados junto a otros artículos que quedaron huérfanos de la prensa de Johann Gutenberg.
Ahora las posibilidades de los blog nos resarcen de tanto artículo abortado por falta de espacio en las matrices de las editoriales.
Ahora las posibilidades de los blog nos resarcen de tanto artículo abortado por falta de espacio en las matrices de las editoriales.
Este artículo lo realicé tras la muerte de Eduardo Chillida Juantegui:
Ahora que Tu espacio no ocupa tu forma física en lo tangible y personal. Sin embargo, una irradiación espiritual contenida en cada una de tus obras nos hablarán de la inmortalidad del hombre: del arte y del autor, como testimonio de las más puras de las creaciones. Tus manos no volverán a modelar el yeso ni el barro; ni las fraguas los crisoles no volverán a verter sus metálicos caldos de fuego en los moldes; tristes quedarán los perfiles férreos bajo la acción de la prensa hidráulica; ni las obras de Louvre serán miradas por tus ojos escudriñadores. Y hoy, las esculturas griegas arcaicas estarán más desamparadas, más gélidas, porque el creador, el que no quiso ser maestro, ahora reposan sus cenizas a la sombra de un magnolio enraizado en los terrenos del caserío Zabalaga.
La montaña sagrada de Fuenteventura (Tu sueño), no serán vaciadas de sus pétreas entrañas para ser implantada por otras las víscera creativas del hacedor de los espacios vacios; donde la pugna entre Newton y los espacios espirituales de tu creación, quedarán sin contienda entre la gravedad y la inexistencia del boceto y sus espacios.
Ahora que Tu espacio no ocupa tu forma física en lo tangible y personal. Sin embargo, una irradiación espiritual contenida en cada una de tus obras nos hablarán de la inmortalidad del hombre: del arte y del autor, como testimonio de las más puras de las creaciones. Tus manos no volverán a modelar el yeso ni el barro; ni las fraguas los crisoles no volverán a verter sus metálicos caldos de fuego en los moldes; tristes quedarán los perfiles férreos bajo la acción de la prensa hidráulica; ni las obras de Louvre serán miradas por tus ojos escudriñadores. Y hoy, las esculturas griegas arcaicas estarán más desamparadas, más gélidas, porque el creador, el que no quiso ser maestro, ahora reposan sus cenizas a la sombra de un magnolio enraizado en los terrenos del caserío Zabalaga.
La montaña sagrada de Fuenteventura (Tu sueño), no serán vaciadas de sus pétreas entrañas para ser implantada por otras las víscera creativas del hacedor de los espacios vacios; donde la pugna entre Newton y los espacios espirituales de tu creación, quedarán sin contienda entre la gravedad y la inexistencia del boceto y sus espacios.
Era en mayo, el mes de las flores, cuando solicité tu colaboración en la Primera Exposición de Pintores Vascos, año 94, organizada por el Club de Leones de Bilbao a beneficio de SOS Balkanes de Bizkaia y la asociación de Ayuda y Autoapoyo a los Enfermos de Sida T-4.
Tu esposa Pilar Beldunze se encargó de convocar a la saga Chillida para que colaboraseis. Recibí vuestras obras: Eduardo Chillida Juantegui, Pedro Chillida, Pedro Chillida Beldunze, Eduardo Chillida Beldunze y Gonzalo Chillida Juantegui.
Vuestras muestras de solidaridad con las causas humanitarias han sido algo tan natural e intrínseco que formaba parte de los artistas-creadores por antonomasia. Y la creación estadio bipolarizado de los creadores y sus obras. Quiero darte las gracias y que sean recibidas en el plano del más allá; que siempre está cerca de nosotros, al igual que lo hice cuando aún estabas con los mortales. Lo mismo que te solidarizabas con diversas causas que necesitaban de una respuesta intelectual, o protestabas y solicitabas la libertad de las víctimas secuestradas por el terrorismo de ETA. Tales actuaciones denotaban un carácter humanizador y democrático de un nivel poco común, incluso de algunos que viven de la política y la equidistancia entre la equidad y ecuanimidad les suelen ser desconocidas. No sé querido Chillida si este artículo verá la luz, simplemente porque será uno más de las miles muestras de duelo y homenajes que las editoriales y autores de noble pluma emiten a la prensa. En contraposición de que siempre decías que eras un escultor de lo oscuro, cuando calificabas que el arte griego lo denominabas de la luz, por tanto tus creaciones forjadas en Euskadi eran más propias de calificarlas de tonos grises y oscuros, simplemente por los claroscuros de nuestra propia atmósfera, al igual ocurre con la retina de nuestros creadores pictóricos.
Los hombres de nuestra tierra estamos más proclives a filosofar que a la poesía , al contrario de las gentes del sur que sus poesía tienen otra alma. No obstante voces de verso y prosa han acompañado a los ecos de nuestras montañas y también a los compas rítmicos de nuestros corazones. Hemos respirado desde nuestro nacimiento las partículas de óxido férrico de nuestro mineral, y férreamente hemos construido nuestro espacio vital. Es por ello, por lo que deseo dedicarte esta "poesía" que sin duda será oscura porque hablará más del hombre que de las flores.
A EDURDO CHILLIDA
Has suavizado las crespas del viento
Cantábrico, sin distorsionar el entorno
natural.
Y una melena de viento tirabuzoneado,
remite al eco del mar.
Como las crines de los caballos,
peinadas parecen suavizar,
lo salvaje del caballo,
en su espacio natural.
Así has suavizado a nuestro viejo mar.
Lo has domesticado como la bestia,
que empuja la rueda pétrea que muele,
el trigo que da el pan.
Has peinado los vientos y complacida está la mar.
Los veleros surcan sus aguas y los buques en alta mar,
navegan por aguas amansadas,
si cerca están del Peine de los Vientos
de Eduardo Chillida, arquitecto del viento,
y vigia de la mar,
y en piedra y hierro esculpe formas, de mensajero de paz.
Antonio Valcárcel