GALDAMES, UN BARRANCO POR PATIO
El caserío donde yo nací no tenía patio, tenía un gran mirador, abajo un barranco; al norte el "Pico la Cruz ", al sur salces, castaños y algunos robles...Sonido de agua de una fuente que brotaba entre las calizas y la pirita, y los ruidos de barrenos que taladraban el subsuelo para después cebarlo de explosivo y mecha detonante. Los barrenos taladraban las calizas y las vetas de mineral como clavos de Cristo presentes y petreritos con los rostros y cuerpos de los mineros taladrados. Mirador por donde yo me asomaba muchas mañanas de mis verdes años, vestido con un pantalón corto de pana roja y camisa blanca a cuadros.
Las cabras trepaban valiéndose de sus aceradas pezuñas saltando de risco en risco; y a las montañas subían a sus picos, y rumiaban en los prados, había lugares que no frecuentaban por los ruidos de minas explotadas y lamentos de mineros heridos y cansados.
¡Por la ladera viene el abuelo con el rostro sangrado de una pega mal explosionada que reventó a su caballo! Tranquila, abuela, no te alarmes, que la sangre que lleva en su rostro, ropa y manos, no es suya, que es de su caballo.
Sus andares son lentos, eso si, abuela parece extenuado; en la espalda parece que lleva mil puñales clavados, pero no sufras ¡Ahora los veos, son cuchillos afilados de malos hogares que tuvo en aquél pasado!
Con mi camisa blanca a cuadros, improviso un pañuelo al igual que un sudario, con el que limpio su rostro todo ensangrentado. Extiendo la camisa que quedó en sudario y veo su rostro rojo con fondo blanco.
¿Nieto mío, ¿porqué me recuerdas cosas que son de antaño? ¿No sabes que las fuentes de Galdames algunas se ha secado de abastecer a tanta garganta seca de mineros sofocados, y gritos que proferian con sus puños en alto?
¿Que culpa tengo abuela por tener un manantial de sangre en mi pecho, fuentes, ganados y arados; y los mineros consumen tocino rancio y salado? Las fuentes y la sangre me mantienen fresco los recuerdos del pasado.
El abuelo, al dejar la jornada de caballista y barrenista construye a base de pico, pala y kaco; ganando a la pendiente terrenos lisos y llanos; escalones gigantes donde planta sus frutos con su sudor regados. Desde patatas a garbanzo, guisantes e ilusiones vanas con judías verdes del pasado.
Antonio Valcárcel.
Las cabras trepaban valiéndose de sus aceradas pezuñas saltando de risco en risco; y a las montañas subían a sus picos, y rumiaban en los prados, había lugares que no frecuentaban por los ruidos de minas explotadas y lamentos de mineros heridos y cansados.
¡Por la ladera viene el abuelo con el rostro sangrado de una pega mal explosionada que reventó a su caballo! Tranquila, abuela, no te alarmes, que la sangre que lleva en su rostro, ropa y manos, no es suya, que es de su caballo.
Sus andares son lentos, eso si, abuela parece extenuado; en la espalda parece que lleva mil puñales clavados, pero no sufras ¡Ahora los veos, son cuchillos afilados de malos hogares que tuvo en aquél pasado!
Con mi camisa blanca a cuadros, improviso un pañuelo al igual que un sudario, con el que limpio su rostro todo ensangrentado. Extiendo la camisa que quedó en sudario y veo su rostro rojo con fondo blanco.
¿Nieto mío, ¿porqué me recuerdas cosas que son de antaño? ¿No sabes que las fuentes de Galdames algunas se ha secado de abastecer a tanta garganta seca de mineros sofocados, y gritos que proferian con sus puños en alto?
¿Que culpa tengo abuela por tener un manantial de sangre en mi pecho, fuentes, ganados y arados; y los mineros consumen tocino rancio y salado? Las fuentes y la sangre me mantienen fresco los recuerdos del pasado.
El abuelo, al dejar la jornada de caballista y barrenista construye a base de pico, pala y kaco; ganando a la pendiente terrenos lisos y llanos; escalones gigantes donde planta sus frutos con su sudor regados. Desde patatas a garbanzo, guisantes e ilusiones vanas con judías verdes del pasado.
Antonio Valcárcel.
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