miércoles, mayo 19, 2010

De: Alberto Lancina
Para: balkarzel@yahoo.com
Enviado: dom,21 marzo, 2010 23:06
Asunto: Juan de Guadalupe

Sr. Valcarcel:

Me pongo nuevamente en contacto con Vd. porque aún ando a vueltas con el estudio de Juan de Guadalupe y la posible usurpación de los derechos de autor del libro "Cura de la piedra y dolor de yjada oy colica renal" por Julián Gutiérrez de Toledo. Recientemente he podido conseguir el documento RGS V-1498-21 que describe la repartición de herencia del Dr. Guadalupe a sus hijos, a petición de su esposa Inés Gonzalez. En ella efectivamente se hace mención al libro referido.
El problema que tengo es que, con mis escasos conocimientos de paleografía para la fecha referida del texto (1498), no puedo traducir enteramente el contenido del mismo.
Me gustaría saber si conoce quien tiene competencia en la materia para que pudiera enviarle este texto para su transcripción.

Agradeciendo de antemano su colaboración, reciba un cordial saludo.

Por cierto, si tiene interés en la Urología y la Historia de la Medicina puede visitar mi blog recientemente abierto (www.drlancina.blogspot.com)

Dr. Alberto Lancina

sábado, mayo 01, 2010

GALDAMES, UN BARRANCO POR PATIO



GALDAMES, UN BARRANCO POR PATIO


El caserío donde yo nací no tenía patio, tenía un gran mirador, abajo un barranco; al norte el "Pico la Cruz", al sur salces, castaños y algunos robles...Sonido de agua de una fuente que brotaba entre las calizas y la pirita, y los ruidos de barrenos que taladraban el subsuelo para después cebarlo de explosivo y mecha detonante. Los barrenos taladraban las calizas y las vetas de mineral como clavos de Cristo presentes y petreritos con los rostros y cuerpos de los mineros taladrados. Mirador por donde yo me asomaba muchas mañanas de mis verdes años, vestido con un pantalón corto de pana roja y camisa blanca a cuadros.

Las cabras trepaban valiéndose de sus aceradas pezuñas saltando de risco en risco; y a las montañas subían a sus picos, y rumiaban en los prados, había lugares que no frecuentaban por los ruidos de minas explotadas y lamentos de mineros heridos y cansados.

¡Por la ladera viene el abuelo con el rostro sangrado de una pega mal explosionada que reventó a su caballo! Tranquila, abuela, no te alarmes, que la sangre que lleva en su rostro, ropa y manos, no es suya, que es de su caballo.

Sus andares son lentos, eso si, abuela parece extenuado; en la espalda parece que lleva mil puñales clavados, pero no sufras ¡Ahora los veos, son cuchillos afilados de malos hogares que tuvo en aquél pasado!

Con mi camisa blanca a cuadros, improviso un pañuelo al igual que un sudario, con el que limpio su rostro todo ensangrentado. Extiendo la camisa que quedó en sudario y veo su rostro rojo con fondo blanco.

¿Nieto mío, ¿porqué me recuerdas cosas que son de antaño? ¿No sabes que las fuentes de Galdames algunas se ha secado de abastecer a tanta garganta seca de mineros sofocados, y gritos que proferian con sus puños en alto?

¿Que culpa tengo abuela por tener un manantial de sangre en mi pecho, fuentes, ganados y arados; y los mineros consumen tocino rancio y salado? Las fuentes y la sangre me mantienen fresco los recuerdos del pasado.

El abuelo, al dejar la jornada de caballista y barrenista construye a base de pico, pala y kaco; ganando a la pendiente terrenos lisos y llanos; escalones gigantes donde planta sus frutos con su sudor regados. Desde patatas a garbanzo, guisantes e ilusiones vanas con judías verdes del pasado.

Antonio Valcárcel.